Me recuerdo agarrando un fusil con las dos manos, en mi boca masticaba algo pero no sé qué era, mis papilas gustativas estaban como obsoletas, incapaces de descifrar ese nuevo sabor aparecido en mi cavidad bucal.
Me recuerdo sentado, tranquilo, hablando con alguien a quien no sé reconocer. Quizá un amigo, quizá alguien conocido. Una melodía intermitente sonaba no muy lejos de mi posición, puede que de una emisión radial.
Me recuerdo mirando el firmamento fijamente, como si mi cerebro hubiera tenido tantas veces esa conversación, que por inercia ya supiera que decir, que responder. Todo eran ruinas a mi alrededor, la vista clara.
Me acuerdo del sonido acercándose, como un inofensivo zumbido, como otro ruido más que no confrontaba con la inofensiva supuesta realidad. Pero en menos de lo que tardo en parpadear, todo blanco tornó.
Agitado me hallo tras un grito propio que me despertó, sobresaltado a penas sin saber si fue real o sólo un sueño, cada noche a la misma hora con la misma pesadilla, sin saber ni un por qué, ni un cuando.
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