martes, 20 de agosto de 2013

Pasos acelerados en la penumbra de las calles.
Un revólver en la mano derecha y
una mujer que no debía estar allá.

Sólo se alumbró la calle un instante,
cuando el revólver sonó,
y su belleza en la oscuridad
desaparecía en la fría noche.

Las luces siguieron prendidas,
ningún ruido más se oyó,
y el bandido escapó,
con un muerto más a sus espaldas.


sábado, 17 de agosto de 2013

Quisiera soltar las lágrimas que entonces mi orgullo no me dejó derramar,
pero cristalizaron y quedaron por siempre como una parte más de mi cuerpo.

Asumí como un deber el olvidar y rehacer, y en esa tarea es en la que continúo.
Pero el alma nunca olvida, y la calma es sólo fachada, cualquier día puede estallar cual bomba de relojería que no puede continuar una cuenta atrás agotada.

Los dientes logran contener la inminente explosión con su agresividad escondida tras la piel que les protege, mas la contención no puede ser eterna, y quién sabe cuánto tiempo más aguantarán.

La luna ya no calma mis sordos gemidos, por eso le rezo al Sol para rogarle clemencia ante una mirada demacrada por horas, días y semanas de lucha contra las sombras que me persiguen a plena luz del día.