Cada vez más líneas se entrecruzan entre sí provocando un mosaico indescriptible que va creciendo con el paso de los días. Ni el mismo mosaico sabe bien si tendrá un fin, si algún día esas líneas dejarán de entrecruzarse o si eternamente está condenado a seguir entrelazándose hasta que se diluyan las coloridas rayas.
No se conoce el principio, no se conoce el fin, por lo tanto hay que centrarse en el día a día.
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