-¿Sigues ahí? -me preguntó-.
-Claro que sigo aquí.
-¿Pero por qué te molestas, no podría ser la vida mejor de otra manera?
-Ese es el problema, no hay otra manera.
-¿Qué quieres decir?
-¿Alguna vez te has sentido verdaderamente libre?
-Libre... ¿en qué sentido?
-Libre de libre, verdaderamente libre.
-Mmmmm sí, tal vez cuando era pequeño.
-He ahí la respuesta. Tratar de ser libre en un lugar sin libertad es imposible.
-¿Pero todo esto a qué viene? -me pregunté a mí mismo, una vez más-
-Para encontrar la libertad, hay que poder ver más allá, y buscarla donde no creerías.
-¿Aquí?
-El aquí es un lugar, pero la libertad no debe estar en un lugar, debe poder correr libremente, por donde quiera que vaya.
-¿Y por qué iría a correr la libertad? ¿Acaso tiene miedo de algo o de alguien?
-La libertad tiene miedo hasta de sí misma, porque ella nunca pudo mirarse a un espejo, nunca pudo conocerse a sí misma.
-Pero entonces, ¿la libertad no puede ser libre?
-Libre es quien la encuentra, la libertad está condenada a huir y adolecer por lo que siempre quiso ser y nunca podrá.
-No me parece que sea justo eso...
-Así es, cuando todas seamos libres, la libertad será al fin.
-¿Qué será?
-Dueña también de su libertad.
-¿Los dueños no quitan la libertad?
-Cuando todos seamos dueños, no.